El administrador apostólico de la diócesis de Mar del Plata, monseñor Ernesto Giobando sj. pronunció una invocación religiosa en el acto oficial de la Municipalidad de Gral. Pueyrredon por el 208° aniversario de la declaración de la independencia.

Comenzó evocando un detalle histórico al recordar que “el acta original de la declaración de la Independencia, fechada en San Miguel del Tucumán el 9 de julio de 1816, se perdió o la hicieron desaparecer, quedando una copia de la misma fechada a fines de julio de ese año y algunas copias del original.”

Y agregó “hemos tenido que luchar siempre en nuestra querida y amada patria por querer ser fieles al original, como nos soñaron los que forjaron nuestra nación, muchos de ellos verdaderos héroes que murieron con muy pocas pertenencias, pero llenos de valentía y ardiente esperanza, con un horizonte tan ancho y profundo como este océano. Corremos el riesgo de quedarnos con una copia del original”.

“Hoy hay quienes seguimos luchando por la paz, el orden, la justicia, el bienestar general y la protección de la vida y las libertades de todos los habitantes. Muchos de ellos, los más pobres, pelean con escasos o ningún recurso”, dijo.

Seguidamente enumeró a los que “firman cada día el acta original de nuestra independencia, para los que no hay copias ni hay arreglos: los millones de jubilados que no tienen para llegar a fin de mes y viven de prestado; las madres abanderadas que cocinan para cientos de chicos y familias que acuden a sus ollas más llenas de amor que de comida; los industriales y gerentes de empresas que pierden ganancias para mantener puestos de trabajo; trabajadores y trabajadoras que se levantan todos los días para luchar y llevar el sustento a sus hogares; dirigentes y políticos que trabajan para que haya leyes más justas y una distribución más equitativa; cientos de miles de docentes, empleados de la salud, de la seguridad y fuerzas armadas, como así de los profesionales que ponen por delante su vocación más que su salario.”

Finalmente monseñor Giobando invitó a poner por delante “los tres principios que guiaron a los hombres de la Independencia, quienes consagraron a tan arduo asunto toda la profundidad de sus talentos, la rectitud de sus intenciones e interés que demanda la sanción de la suerte suya, pueblos representados y posteridad”.

Para concluir, invocó a “Dios, fuente de toda razón y justicia” e invitó a los creyentes “a rezar el Padre nuestro y un Ave María a la Virgen de Itatí, cuya fiesta hoy celebramos.”