Domingo 15º Durante el Año Ciclo A – 16 de julio de 2023
Primera lectura: Is 55,10-11 | Salmo: Sal 64,10-14 | Segunda lectura: Rom 8,18-23 | Evangelio: Mt 13,1-23 o bien más breve Mt 13,1-9
El Evangelio de este Domingo tiene dos extensiones posibles: o solo la parábola de Jesús (lectura breve) o, la parábola más la reflexión de Jesús y la explicación y aplicación que hace el Señor de esta misma parábola. Nos concentramos en la versión más breve.
Esta parábola se la suele llamar del sembrador y está muy bien. Pero se la podría llamar también de la semilla dado que es la misma semilla la que se siembra. La semilla es la Palabra, como el mismo Jesús dice en su explicación. Pero también podría ser la fe, la gracia de Dios, los dones… A la parábola también se la podría llamar de los terrenos porque la semilla que el sembrador siembra cae en diversos terrenos y, según sean éstos, la semilla va a crecer o no va a crecer.
Propongo tres puntos de reflexión a la luz de tres palabras: TERRENO, FRUTO, PORCENTAJES.
- ¿Cómo está el TERRENO de mi corazón hoy?
- Dar verdadero FRUTO
- Dios valora los diversos PORCENTAJES
- ¿Cómo está el TERRENO de mi corazón hoy?
Los cuatro TERRENOS que se nos describen nos invitan a preguntarnos cómo está hoy nuestro corazón para recibir la Palabra, la fe, la gracia y los diversos dones que el Señor nos otorga. Los símbolos son elocuentes y nos ayudan a reflexionar:
- Borde del camino donde la semilla es rápidamente consumida por los pájaros.
- TERRENO pedregoso que hace secar la semilla.
- TERRENO espinoso que ahoga la semilla.
- Tierra buena donde la semilla es fecunda.
Este primer punto busca ser un saludable examen de conciencia ante la presencia misericordiosa de Dios en nuestra vida y la respuesta que estamos dando y la que podemos dar.
¿Cómo está hoy el TERRENO de mi corazón para recibir la Palabra de Dios? ¿Cuál es su apertura y su disposición para que la fe pueda desarrollarse? Revisando los diversos ámbitos de mi existencia: ¿Qué habrá de TERRENO pedregoso y espinoso en cada uno de ellos? ¿Dejo que la gracia actúe? ¿Recibo con alegría los diversos dones que el Señor me regala a lo largo de la vida?
2. Dar verdadero FRUTO
Dar verdadero FRUTO implica liberar los obstáculos para que la semilla llegue realmente a dónde tiene que llegar. Es permitir que el agua y la lluvia empapen y fecunden la dureza de nuestro corazón como nos recuerda la primera lectura. Es dejar que la semilla entre en el surco abierto de la tierra de nuestro corazón. La forma más clara de dar FRUTO es oír la Palabra y cumplirla. Es responder saludablemente al “¡El que tenga oídos que oiga!”. Dar FRUTO es escuchar lo que la Palabra de forma particular tiene para decirnos hoy a todos y cada uno.
¿Qué me impide hoy dar FRUTO? ¿Qué FRUTOS de vida nueva tendré que dar en este momento? ¿Qué obstáculos deberé liberar para dar FRUTO como el Señor espera de mí? ¿Escucho la Palabra? ¿Tengo oídos para oír? ¿Ayudo a los demás para que puedan escuchar la Palabra y dar FRUTO?
3. Dios valora los diversos PORCENTAJES
Es interesante ver cómo Dios pondera la capacidad de dar frutos en diversos PORCENTAJES aunque no todos sean del cien por ciento. Valora positivamente también el sesenta, incluso el treinta por ciento. Esto es importante para aprender a mirar la vida, los caminos y los procesos personales y comunitarios desde esta perspectiva valorativa según diversos PORCENTAJES. Dar gracias por el crecimiento alcanzado aunque falte más. Dios nos mira así; nosotros debemos mirarnos interiormente así y debemos mirar así a los demás. Muchas veces, las tendencias obsesivas de perfeccionismo no permiten captar la importancia de los pasos que se dan en el camino, aunque falte más para crecer. La mentalidad calculadora de nuestro tiempo no nos permite valorar adecuadamente el crecimiento PORCENTUAL que se puede ir dando una persona o un grupo aunque falte mucho para llegar a la meta.
¿Pondero el crecimiento espiritual, humano y moral que se va dando muchas veces de forma lenta? ¿Valoro los pasos que dan los hermanos para ser mejores aunque les falte parte del camino para recorrer? ¿Tengo paciencia en medio de los procesos vitales de la vida de familia, comunidad, grupo…? ¿Respeto los tiempos del “otro”? ¿Sé valorar positivamente el crecimiento PORCENTUAL, no solo el cien, sino también el sesenta y hasta el treinta por ciento? ¿Soy implacable con las debilidades de los demás?
+Mons. Gabriel Mestre
Obispo de Mar del Plata
Argentina
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