En un templo parroquial colmado de fieles, asumió su nuevo oficio pastoral el padre Ariel Sueiro, quien semanas atrás había sido designado como párroco de la Asunción de la Virgen. La Misa fue presidida por el administrador apostólico, monseñor Ernesto Giobando sj., y concelebrada por gran cantidad de sacerdotes.
La celebración comenzó como es habitual, con la lectura del decreto de nombramiento -por parte del padre Lucas Di Leva- y a continuación el nuevo párroco recorrió la nave del templo rociando a los fieles con agua bendita. Entre ellos se destacaban no solamente miembros de la comunidad parroquial de la Asunción sino también de las distintas parroquias y pastorales en las que el padre Sueiro desempeñó su ministerio. También se encontraba presente el intendente, Guillermo Montenegro, y representantes de la Jefatura Departamental de la Policía, donde el padre Ariel es capellán hace más de 20 años.
Luego de la proclamación de las lecturas, monseñor Giobando dirigió su mensaje de manera coloquial, explicando que “no traje escrita la homilía, ya que cuando uno viene a la casa de la Madre, no valen los discursos porque ella nos desarma, y nos hace hablar con el corazón”. Seguidamente destacó que “es la primera vez que celebro en este templo y como suelo hacer en estas circunstancias pido tres gracias: una por el padre Ariel, para que sea feliz en esta comunidad, otra por todos los fieles de esta parroquia, y la tercera por nuestra diócesis en este tiempo en el que nos toca caminar juntos.”
Refiriéndose a las lecturas que se proclamaron, destacó que “se nos habla de esperanza, de un cielo y una tierra nuevas, y esa es una virtud que tenemos que pedir: la esperanza, que nos hace caminar en la alegría en medio de las dificultades de esta vida.” “Le pedimos a nuestro Beato, el cardenal Pironio que interceda para que seamos renovados en la virtud de la esperanza”, agregó.
Luego de la homilía se desarrollaron los procedimientos previstos en la toma de posesión de un párroco: la profesión de fe, la renovación de las promesas sacerdotales y el juramento de fidelidad. Los testigos del acto, que firmaron las actas junto al padre Sueiro y a monseñor Giobando fueron el padre Armando Ledesma y el diácono Pedro Alderete.
Al finalizar la Misa el diácono Pedro, en nombre de la comunidad de la Asunción brindó un sentido mensaje de bienvenida al nuevo pastor, en el que expresó la disponibilidad de la comunidad para caminar junto al nuevo párroco y lo encomendó al “buen Pastor que es Jesucristo, a quien todos juntos seguimos.”
Finalmente el flamante párroco dirigió su primer mensaje a la comunidad, en el que luego de agradecer “a Dios Padre de quien procede todo bien y me ha llamado para este hermoso ministerio” y “a nuestro administrador apostólico, monseñor Ernesto, por haber depositado su confianza en mí”, reveló que cuando se le propuso este nuevo oficio pastoral pensó en Abrahan “como un ejemplo vivo de cómo la llamada de Dios nos invita a salir de nuestra zona de comodidad para emprender un camino de fe.”
“Ser padre de la comunidad, es dar una palabra de aliento, ser padre es decir una palabra de perdón, ser padre es muchas veces tener una actitud de silencio, otras veces ser padre es tener una actitud de corrección; de paciencia y discernimiento. Queridos hermanos: también ser padre de la comunidad es tener una palabra de exigencia que nos ayude a crecer”, destacó.
Para concluir agradeció especialmente “al padre Luis Albóniga, que cuando que se enteró de este nombramiento me llamó para felicitarme y hace unas semanas cuando vino a visitar a su mamá nos reunimos y me contó personalmente cuántas riquezas tiene esta comunidad”.
Y compartió una carta enviada por el padre Luis en la que escribe: “Te pido que hagas llegar mi cariño y el compromiso de mi oración permanente a todos los miembros de la comunidad, a quienes he tenido especialmente presente en todo este tiempo de ausencia. También mi saludo filial a Mons. Ernesto Giobando que te está encomendando con solicitud el cuidado de la parroquia. Nos preparamos para iniciar el año jubilar de la esperanza: que sea una ocasión favorable para todos de elevar nuestros corazones al Señor de la historia y Dios de todo consuelo, cuyo amor es el fundamento de la esperanza que no defrauda.”
Luego de agradecer a todos los presentes, concluyó con una oración tomada de la Liturgia: “Dios nuestro, que has querido ponerme al frente de tu familia, no por mis méritos sino por tu gran bondad, concédeme la gracia de desempeñar dignamente el ministerio sacerdotal y de guiar, siempre bajo tu inspiración, el pueblo que me has confiado.”