Domingo 20º Durante el Año Ciclo A – 20 de agosto de 2023
Primera lectura: Is 56,1.6-7 | Salmo: Sal 66,2-3.5-6.8 | Segunda lectura: Rom 11,13-15.29-32 | Evangelio: Mt 15,21-28
El Evangelio de este domingo nos deja un poco perplejos. Estamos más acostumbrados a que Jesús sea muy cercano y sensible a los paganos, especialmente si está pasando algún dolor, y más aún, si se trata de una mujer… Pero en este caso, parecería que ocurre lo contrario. Jesús no responde y cuando responde lo hace de forma un poco esquiva y con palabras que no reflejarían su habitual actitud de compasión y misericordia.
Sin embargo, todo está en orden. Lo que nos cuesta comprender del relato tiene que ver con el orden temporal en la tarea evangelizadora que el Señor plantea de manera programática. En el Evangelio de Mateo todo el ministerio público estará destinado al Pueblo de Israel. ¿Qué pasa entonces con los pueblos paganos? En Mt 28,19 el Señor dirá con claridad: “Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Es decir, la evangelización es universalista, abierta a todos los seres humanos de todas las culturas y de todos los tiempos. Pero posee dos etapas: primero Israel y luego los paganos. Lo llamativo es que, a pesar de este orden, Jesús, ante la fe y el pedido de la mujer cananea en el relato que hoy compartimos, termina adelantando su hora para los paganos.
Propongo tres puntos de meditación sintetizados en tres palabras: SILENCIO, PERSEVERANTES, FE.
- El SILENCIO de Dios
- PERSEVERANTES en la oración
- “¡Qué grande es tu FE!”
- El SILENCIO de Dios
Como le ocurre a la mujer cananea muchas veces Dios hace SILENCIO en nuestra vida. No responde de forma directa a nuestros interrogantes. El SILENCIO de Dios ante el sufrimiento, ante los miedos, las incertidumbres. En medio de la vida más de una vez muchas personas hemos experimentado el SILENCIO de Dios. La tentación es bajar los brazos y apartarse, dejar de implorar. La mujer cananea grita a Jesús y el Señor no responde, no obtiene respuesta inmediata ante su súplica desesperada. Una vez más: el SILENCIO de Dios en nuestra vida. ¡Qué difícil es comprender que el SILENCIO, la no respuesta puntual es parte de la pedagogía divina!
¿Qué me impacta de la actitud de Jesús en la primera parte del relato? ¿Cómo reacciono ante el SILENCIO de Dios en mi vida o en la de mis hermanos? ¿Acepto que el SILENCIO es parte de su pedagogía? Mirando el pasado: ¿He aprendido algo del SILENCIO de Dios en mi vida?
2. PERSEVERANTES en la oración
Ante el silencio o el aparente silencio de Dios, hay una única alternativa: insistir, ser PERSEVERANTES en nuestro ruego, súplica e intercesión. La mujer cananea no se calla, sigue insistiendo y, cuando Jesús comienza su respuesta le sigue el planteo hasta el final. Con humildad y respeto termina consiguiendo lo que quería y necesitaba. Todo es fruto de su gran PERSEVERANCIA. ¡La mujer cananea es modelo claro de PERSEVERANCIA en la oración, en la fe, en la confianza en el poder del Señor! Qué la podamos imitar en todo momento, especialmente cuando experimentamos el silencio de Dios.
¿Soy PERSEVERANTE en mi oración a Dios? ¿Descubro cada día que tengo que insistir en mi súplica a Dios aunque tenga la sensación de que no me escucha? ¿Soy capaz de entender que Él está presente en mi vida siempre aunque yo no lo perciba? ¿Ayudo a otras personas para que sean PERSEVERANTES en la oración?
3. “¡Qué grande es tu FE!”
Jesús cambia de perspectiva y de tiempos por el impacto de la FE de la mujer cananea. Ella percibió con claridad que Jesús era realmente el Mesías y no vaciló en insistir hasta el final, incluso con la respuesta al refrán que el Señor mismo le plantea. Jesús alaba su FE y, por lo tanto, nos invita a revisar nuestra propia FE, nuestro camino de FE. Mirar y descubrir cómo estemos en este tema. Incluso aunque seamos personas de Iglesia y de mucho tiempo de Iglesia, tenemos que revisar siempre nuestro camino de FE. La mujer cananea es un verdadero modelo de FE que nos cuestiona y nos invita a renovar nuestra confianza en Dios.
¿Qué pienso de las palabras de Jesús al final del texto? ¿Somos hombres y mujeres de FE? ¿Qué puedo aprender hoy yo, en mi camino de FE, a la luz del modelo de la mujer cananea? ¿Alimento mi FE con la oración, la vida comunitaria y la celebración frecuente de los sacramentos? ¿Ayudo a acrecentar la FE de mis hermanos?
+Mons. Gabriel Mestre
Arzobispo electo de La Plata
Argentina
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