Santa Misa por el 50 aniversario de la pascua de Mons. Enrique Rau. Homilía de Mons. Mestre junto al clero diocesano. Sentido responso ante la tumba del primer obispo en la Cripta de la Iglesia Catedral.
En la Iglesia Catedral se celebró la Misa por Monseñor Enrique Rau, que siendo obispo de Resistencia, el 13 de marzo de 1957 fue trasladado por Pío XII a la recientemente creada diócesis de Mar del Plata, de la que tomó posesión el 22 de junio de ese año y la gobernó hasta su fallecimiento el 20 de agosto de 1971.
Al término de la ceremonia el padre obispo Gabriel descendió a la Cripta de la Catedral y realizó un sentido responso en la tumba que guardan los restos del primer obispo diocesano.
HOMILIA DE MONS GABRIEL MESTRE (bajar texto desde aquí)
Queridas hermanas y hermanos:
En el marco de la memoria de San Bernardo, hoy estamos celebrando el cincuenta aniversario de la pascua de Mons. Enrique Rau, primer obispo de la diócesis de Mar del Plata.
A la luz de las lecturas del día propongo tres breves pensamientos sintetizados en tres palabras: LITURGIA, PASTORAL, TIEMPO.
1. La LITURGIA expresión profunda del amor a Dios
2. La organización PASTORAL espacio de amor a la humanidad
3. Mons. Enrique Rau un hombre fiel a su TIEMPO
1. La LITURGIA expresión profunda del amor a Dios
El Evangelio del día vuelve a poner a nuestra consideración la centralidad del amor en la vida del discípulo de Jesús. Amor único, en su doble e inseparable dimensión, que siempre mira a Dios y a los seres humanos. El amor a Dios es reflejo de una espiritualidad madura que tiene su germen en la oración personal y comunitaria, que se expresa de modo especialísimo en la LITURGIA, como fuente y culmen de la vida de la Iglesia. Así siempre lo ha manifestado la genuina tradición y lo recoge el Concilio Vaticano II (cf. SC 10). La LITURGIA ha sido uno de los focos principales de reflexión teológica de mons. Enrique Rau. Una LITURGIA que superando la tentación de todo rubricismo hierático y acartonado, es realmente alabanza vital y adoración gloriosa de la Santa Trinidad (cf. SC 6-8). Una LITURGIA que nuestro primer obispo supo actualizar e inculturar en Mar del Plata, en Argentina y, sobre todo, en su trabajo en la Consilium ad exsequendam constitutionem de sacra liturgia, organismo creado por el Papa San Pablo VI y del cual mons. Enrique Rau fue el único miembro activo de Latinoamérica nombrado por el mismo Papa.
El Siervo de Dios, cardenal Eduardo Pironio, decía exactamente hace 47 años en esta misma Catedral, en la homilía del 30 aniversario de la pascua de mons. Enrique Rau, hablando de su pasión por la LITURGIA: …que formidable experiencia sacerdotal de mons. Rau, de haber vivido su Iglesia centrada en la LITURGIA, no en una LITURGIA abstracta, desencarnada, que no tenía nada que ver con la vida. Una LITURGIA que recogía el dolor y la esperanza, el sudor del obrero, la pobreza del marginado, que todo eso lo ofrecía al Padre.
Una LITURGIA que sabía que el mundo nuestro era Dios, que si nos apartábamos de allí todo se rompía y se quebraba… ¡Qué bellas palabras! Nos recuerdan y nos hacen vibrar con la dinámica de la encarnación y el equilibrio entre Cielo y tierra que siempre debe manifestar la verdadera vida LITÚRGICA.
¡Que como mons. Enrique Rau podamos crecer en una LITURGIA pofundamente teologal de alabanza a la Trinidad, renovada siempre a la luz de las versátiles sensibilidades culturales de nuestro Pueblo!
2. La organización PASTORAL espacio de amor a la humanidad
En el primer punto contemplamos el amor a Dios con todo el Pueblo en la Liturgia; ahora, en el segundo punto, profundizamos el amor al prójimo en el ejercicio PASTORAL de la Iglesia. El amor a nuestros hermanos expresa el sentido más profundo de la palabra PASTORAL. Toda PASTORAL orgánica, bien entendida y en clave eclesial, tiene como su fundamento último en el amor y compasión de Cristo por la humanidad, que la Iglesia hoy debe realizar en el mundo. Mons. Enrique Rau fue también un verdadero teólogo del misterio de la Iglesia. Siempre, su alta teología, se tradujo en un profundo sentido PASTORAL que lo llevó a organizar, junto a sus ministros, consagrados y laicos la recién creada Diócesis de Mar del Plata. Sabemos que fue el creador de la Escuela Universitaria de Teología, el impulsor de la renovación catequística en clave bíblico-litúrgica y tantas otras iniciativas que se podrían narrar como parte de nuestra memoria diocesana. Hace pocos días, el padre Justino Fernández nos compartía un bello testimonio personal de su vínculo con mons. Enrique Rau y nos transcribía tres anexos. En uno de ellos, en la Declaración del obispo y su presbiterio en la culminación de las Jornadas de actualización teológica y pastoral de 1967, nos decían: La división de la Diócesis en cuatro Zonas nos ayudará al mejor análisis de los problemas, y a una más adecuada elección de los medios PASTORALES. Además, hemos creado el consejo presbiteral, para que, en representación de todos los sacerdotes, canalice la responsabilidad de todos en la solución de los problemas diocesanos y suministre también al Obispo la visión exacta de todos los problemas, y el mayor número de elementos de juicio para cualquier tipo de soluciones PASTORALES. Todo esto nos muestra el amor de mons. Enrique Rau por su Pueblo, que se traduce en una fecunda organización PASTORAL de la Iglesia Particular al servicio de la evangelización.
¡Que como mons. Enrique Rau podamos hoy, en nuestro camino sinodal, hacer de la PASTORAL orgánica diocesana, un verdadero espacio de audacia del Espíritu para la renovación de la evangelización y la catequesis!
3. Mons. Enrique Rau un hombre fiel a su TIEMPO
Al escuchar el texto del libro de Rut en la primera lectura, se nos vienen a la mente las situaciones, los nombres de lugares y personas que allí se describen: Jueces, Belén, Judá, Moab, Elimélec, Noemí, Majlón, Quilión, Orpá y Rut.
Varios son nombres extraños y desconocidos, pero que dan cuenta de la trama propia de la revelación divina que es fiel a cada TIEMPO. Dios se revela, se da a conocer, se manifiesta en la historia y en el TIEMPO, en cada TIEMPO particular con sus nombres, lugares y acontecimientos puntuales. Y es, en cada TIEMPO, en los del Libro de Rut y en todos los TIEMPOS históricos, en donde debemos ser fieles al único Dios vivo y verdadero. La Escritura, como testimonio inspirado y canónico, junto a la historia bi-milenaria de la Iglesia, dan cuenta de la fidelidad o la no fidelidad al TIEMPO de mujeres y hombres que buscaron abrirse a Dios y a su Palabra. Dentro de esta nube de testigos, mons. Enrique Rau, resplandece como un hombre fiel a su TIEMPO. Hemos recorrido parte de esta fidelidad en los puntos anteriores. Sabemos cuán grande y elocuente ha sido la fidelidad de mons. Enrique Rau a los TIEMPOS de Dios en la fecunda realización e implementación del Concilio Vaticano II: TIEMPO de gracia y también de resistencias que duran hasta la actualidad por falta de fidelidad a Dios en lo propio de cada TIEMPO.
El padre Hugo Segovia nos compartía esta misma semana, una semblanza de mons. Enrique Rau, donde en varios aspectos queda evidenciado que este gran pastor era verdaderamente un hombre de su TIEMPO. Uno de esos puntos fue la creación de la J.O.C. (Juventud Obrera Católica) y, sobre este tema, nos decía el padre Hugo: …fue una respuesta a la denuncia del Papa Pío XI cuando afirmó que el drama del siglo XX había sido la pérdida de la clase obrera por parte de la Iglesia. Aquí, en los finales de la década del 30, Rau había sido promotor de la J.O.C. en el país y ello le llevo entregar lo mejor de su teología a través de escritos, clases y hasta música que constituyen un capítulo esencial de la pastoral social argentina… Dentro de la variada herencia que nos deja nuestro primer obispo, valoramos y rescatamos con alegría su fidelidad a Dios en el TIEMPO que le tocó vivir.
¡Qué como mons. Enrique Rau, podamos hoy responder a los desafíos de nuestro TIEMPO, para una mejor vivencia, transmisión y compromiso de la fe en nuestro TIEMPO sinodal!
Queridas hermanas y hermanos, todos los cantos de esta Misa tienen letra de mons. Enrique Rau: entrada, momento de las ofrendas, procesión de comunión y salida. La riqueza humana, espiritual, teológica y pastoral de nuestro primer obispo nos desafía y estimula hoy. Que una y mil veces, de la mano de la Bienaventurada Virgen María y del glorioso patriarca San José, juntos como Iglesia Diocesana podamos cantar:
En medio de los pueblos, columna de verdad,
a santa Iglesia se alza cual mística ciudad.
¡Oh Cristo, sálvanos! ¡Señor, defiéndenos!
¡Devuelve a la humanidad tu paz y la unidad!
+Mons. Gabriel Mestre
Obispo de Mar del Plata
Argentina
